La producción agrícola en la zona interior de la Axarquía es, en general, sumamente difícil debido a la naturaleza de su territorio, caracterizado por tener suelos someros y poco productivos, fuertes pendientes y un clima seco que limita extraordinariamente la capacidad productiva de los cultivos, entre los que destaca el viñedo moscatel por derecho propio. A pesar de ello, este viñedo ha demostrado ser uno de los pocos cultivos que puede prosperar en este ambiente.
La vendimia de la uva en el territorio pasero de la Axarquía es una de las vendimias artesanales más complejas, donde la orografía del terreno obliga a recolectar el fruto a mano, racimo a racimo, ayudándose de mulos para su transporte hasta los carriles donde ya pueden ser incorporados a pequeños remolques. El uso de tractores o cualquier tipo de maquinaria para la vendimia u otras labores es inexistente.
Todo el proceso de producción de uva y obtención de pasa se realiza de forma manual con labores tradicionales que se han transmitido de generación en generación. Así, la plantación y el laboreo se realizan a mano, utilizando el azadón y el pico; igual que la poda, para lo que el viticultor se sirve de tijeras específicas, y la fertilización que, cada dos años, lleva al agricultor a realizar una aplicación de estiércol a mano.
La recolección, la pasificación y el picado-desgranado de la pasa es toda una cultura. Llegada la época de la vendimia, los racimos se cortan con navaja o tijeras. La uva debe estar dulce. Para su transporte desde las viñas es necesaria la ayuda de bestias (mulos) ante la imposibilidad de poder escalar cargados con las mismas por pendientes de hasta 45º de inclinación. Una vez en los lagares los racimos son colocados en los paseros, conocidos también como «toldos» en algunos pueblos. Estos deben mirar al sur para recibir el sol de la mañana y la tarde.
La pasificación artesanal de secado al sol confiere al producto unas características organolépticas peculiares, que la hacen inigualables en dulzor, textura y color. Y el proceso termina con el picado y desgranado de la pasa, una vez concluido el secado de la uva. Se trata de una labor que también se realiza a mano haciendo uso de unas tijeras específicas.
Esta economía agrícola, basada en una estructura minifundista o de tenencia de la tierra con idénticas características, ha condicionado desde antaño la dedicación intensa de los miembros de la familia al cultivo. Así, mientras los hombres suelen realizar las faenas más duras de plantación, laboreo, poda, vendimia, las mujeres participa habitualmente en la recogida de los sarmientos, y el trabajo en los paseros, extensión y volteo de la uva, picado y selección de las pasas.